LAS HERMANITAS DE LOS POBRES O ESPERAR DE TODO A CAMBIO
Servir a los ancianos pobres y esperar de todo a cambio. Otra manera de asumir la vida hoy por hoy.
Las Hermanitas de los Pobres salen todos los días a buscar qué darles de comer a sus 80 ancianos pobres. Cada mañana dependen de la colecta, es decir de lo que quieran darles los benefactores. Hoy fueron platanos a punto de dañarse y 2 bultos de cabezas de pescado. Muchas cosas ya no sirven, pero siempre reciben de todo como parte de su colecta diaria.
Por otro lado, no aceptan rentas fijas, ni ayudas estatales, ni nada que comprometa sus votos, su independencia, sus valores humanos y sobre todo, su humildad.
Así es cómo viven 10 "hermanitas de los pobres" en Cali. Así viven más de 2100 hermanitas en el mundo. Quienes dependen de lo que recojan cada día: dinero, vestido, comida, que se transformarán en alimentos, medicinas, atención médica, y todo lo necesario para tantos adultos mayores relegados. Sin duda son estas otras formas de asumir la cotidianidad de este siglo XXI, compleja, llena de azares, llena de experiencias, plena de relaciones con otros que son desconocidos, pero que gracias a la providencia se vuelven cercanos.
Ellas no dependen del correo electrónico, del internet, del facebook, del twitter o de las redes sociales actuales, no saben qué son. Lo que si conocen es de interacción humana directa, de mirar a los ojos, de hablar con calma, de extender las manos para recibir lo que sea. Con el tiempo se han acostumbrado a los portazos, A los "¿Otra vez Ud.?" Pero con su valentía, tenacidad y gran humanidad entrelazan una red de donantes anónimos que les da sustento diario.
Estas mujeres valerosas asumen el cuidado de los ancianos, doblemente pobres, sin dinero y sin muchas fuerzas para prodigarse su propio sustento. Gracias a Sor Maria Luz Stella por resaltar algo tan complejo de llevar a la práctica: el servir a los demás y esperar de todo a cambio.
Desde hace más de 10 años, en la fundación Scarpetta Gnecco hemos creído en esta sencilla, pero a la vez profunda manera de asumir la vida, donde es tan clara, oportuna y coherente la afirmación de: “Dios proveerá”.
Las Hermanitas de los Pobres salen todos los días a buscar qué darles de comer a sus 80 ancianos pobres. Cada mañana dependen de la colecta, es decir de lo que quieran darles los benefactores. Hoy fueron platanos a punto de dañarse y 2 bultos de cabezas de pescado. Muchas cosas ya no sirven, pero siempre reciben de todo como parte de su colecta diaria.
Por otro lado, no aceptan rentas fijas, ni ayudas estatales, ni nada que comprometa sus votos, su independencia, sus valores humanos y sobre todo, su humildad.
Así es cómo viven 10 "hermanitas de los pobres" en Cali. Así viven más de 2100 hermanitas en el mundo. Quienes dependen de lo que recojan cada día: dinero, vestido, comida, que se transformarán en alimentos, medicinas, atención médica, y todo lo necesario para tantos adultos mayores relegados. Sin duda son estas otras formas de asumir la cotidianidad de este siglo XXI, compleja, llena de azares, llena de experiencias, plena de relaciones con otros que son desconocidos, pero que gracias a la providencia se vuelven cercanos.
Ellas no dependen del correo electrónico, del internet, del facebook, del twitter o de las redes sociales actuales, no saben qué son. Lo que si conocen es de interacción humana directa, de mirar a los ojos, de hablar con calma, de extender las manos para recibir lo que sea. Con el tiempo se han acostumbrado a los portazos, A los "¿Otra vez Ud.?" Pero con su valentía, tenacidad y gran humanidad entrelazan una red de donantes anónimos que les da sustento diario.
Estas mujeres valerosas asumen el cuidado de los ancianos, doblemente pobres, sin dinero y sin muchas fuerzas para prodigarse su propio sustento. Gracias a Sor Maria Luz Stella por resaltar algo tan complejo de llevar a la práctica: el servir a los demás y esperar de todo a cambio.
Desde hace más de 10 años, en la fundación Scarpetta Gnecco hemos creído en esta sencilla, pero a la vez profunda manera de asumir la vida, donde es tan clara, oportuna y coherente la afirmación de: “Dios proveerá”.

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