A propósito de “Construir la escritura” de Daniel Cassany

 “Construir la escritura” de Daniel Cassany

Por Esteban Ortiz M.

Daniel Cassany nos tiene ya acostumbrados a sacar al mercado editorial textos que recogen la importancia de la enseñanza y aprendizaje de la escritura. Parte de la premisa de que es posible enseñar a escribir en la escuela y que es precisamente desde el desarrollo de las disciplinas más actuales como se puede dar esto. Llega incluso a apoyarse en la lingüística, la psicología y la literatura para dar pistas sobre el proceso de composición escrita.
A pesar de abordar temas ya tratados en anteriores libros como: “Describir el escribir” (1988), “Reparar la escritura” (1993) y “La cocina de la escritura” (1995). Cassany plantea –no obstante– seguir insistiendo en temas recurrentes, plantea que en “Construir la escritura” el tiempo ha añejado los temas ya tratados, madurándolos y agregando los recientes avances científicos en este campo. Se convierte este texto en una cita obligada para las personas que trabajamos la enseñanza de la escritura; sobre todo por la relación entre teoría y práctica, pues se logran conjugar y combinar magistralmente las dos: hacer fácil lo difuso y volver útil lo complejo.

¿De qué se trata el texto?

El texto se encuentra segmentado en varios capítulos: (i),¿Qué es escribir? (ii),¿Cómo se escribe en el centro escolar? (iii),¿Cómo enseñar? (iv) ¿Cómo evaluar? y (v) Actividades. Cada uno de estos capítulos tiene al inicio la importancia de enfocar la mirada hacia la problemática en cuestión, una disertación teórica de los principales aportes desde las ciencias que lo abordan y algunos ejemplos e investigaciones concretas que puedan explicar mejor las ideas. Es importante anotar que el texto a pesar de entrar en profundidades conceptuales logra darles un tono sencillo y amigable, posibilitando el acceso a la lectura de variados y multidisciplinarios lectores.
En (i) ¿Qué es escribir? el autor da pistas para entender la necesidad de escribir dentro de un mundo que así lo requiere. A su vez plantea la prelación que tiene la escritura sobre la lectura, la oralidad y la escucha, dándole a la misma el estatus de actividad cerebral altamente compleja, cambiante y progresiva. Es de anotar que considera al acto de la composición “como un proceso dinámico y abierto a la construcción de significado” (Cassany citando a Bernárdez, 1995); además, toma como base –y no deja de anotarlo– que el proceso de escribir es algo inacabado, que no termina nunca y que aunque un texto salga al mercado siempre podrá ser sujeto de modificaciones. Plantea, por demás, que escribir es la forma más depurada del pensamiento, y que invitar a escribir en situaciones significativas es transformar directamente la mente del sujeto. Por otro lado, recoge que el acto de escribir es una interacción diferida en donde el lector no comparte el contexto comunicativo, haciéndose necesario adecuarlo permanentemente en la situación y contexto del mismo.
En el capítulo sobre (ii) ¿Cómo se escribe en el centro escolar? Se plantea un excelente recorrido por diversas investigaciones sobre la didáctica de la escritura en la educación formal, especialmente en la secundaria. Por este motivo y dada la importancia para nuestro medio educativo, es bueno hacer un rodeo más largo por el citado capítulo.
En primera instancia, el autor hace un recorrido sobre investigaciones significativas realizadas preponderantemente en países anglosajones, en las que se le hace un seguimiento a las concepciones y manejos que al momento de escribir se dan en los centros educativos. Comienza reconociendo que la experiencia escritora tiene que ver en la manera como fue asimilada por el propio docente, en otras palabras la manera de concebir la didáctica de la escritura se fundamenta y expresa en la forma como se aprendió en los primeros años de escolaridad.
Por otro lado, prosigue Cassany en su recorrido investigativo, los maestros al trabajar la escritura piden conocimientos y no promueven el aprendizaje como fin mismo de la enseñanza. Este hecho es bastante delicado puesto que se sigue pensando que el fin mismo de la educación es dar de conocer y no aprender, el maestro como instructor y no el alumno como aprendiz. Por estas y otras razones se continúa promoviendo entre los docentes que la redacción es una problemática de la clase de lengua y no un problema común a todas las áreas y disciplinas del aprendizaje. Paralelo a lo anterior, la educación en la secundaria pasa por procesos evaluativos que tienden hacia sistemas analíticos, tipo test, y no hacia comprensiones globales de situaciones y consideraciones más amplias, holísticas o globales. Este último hallazgo arroja ideas sobre la manera de concebir la educación alejada de la realidad y no cercana al mundo del aprendiz, camino por demás árido y muy probablemente ineficaz frente al futuro.
Aprovecha Cassany para recordar investigaciones educativas sobre la escritura, como la de Skerl (1991), quien plantea que la escritura en la secundaria gira alrededor de tres grandes preconcepciones en los maestros: (a) enseñar composición en secundaria es sólo una recuperación, (b) escribir es una herramienta de evaluación y no un proceso de aprendizaje, y (c) la escritura está relacionada más con la forma que con el contenido (sólo normas y sutilezas estilísticas y, no organización y desarrollo de ideas). Esta síntesis de los planteamientos de las investigaciones abre el panorama a las concepciones sobre la escritura que se tienen en el medio educativo formal y permite entender cómo se ve y cómo se actúa en las prácticas pedagógicas rutinarias que persisten en la escuela. Como síntesis se podría entender que la escritura es relegada a un ejercicio más y no al arma más poderosa del pensamiento.
Continuando con el capítulo número dos, se expresan algunos resultados que permiten concluir: “Se escribe mucho pero se enseña poco a escribir”, “No se enseña a escribir lo que necesita escribir el alumnado”, “no se enseña a escribir para pensar y aprender”, “se enseña a escribir en soledad”, “no se enseña a escribir con las nuevas herramientas computacionales”. Estas afirmaciones permiten deducir que la escritura sigue siendo la “cenicienta” de la secundaria, enfoque que minimiza la potencia de la escritura como herramienta privilegiada de razonamiento, del logos y de la educación.
En el capítulo siguiente (iii) ¿cómo enseñar? Cassany plantea la necesidad de conocer las discusiones actuales sobre la escritura y pasar a la didáctica de la escritura en la escuela. Es bueno anotar que el autor propone a la escuela como el lugar excepcional para producir los primeros y definitivos aprendizajes de la escritura. En este capítulo se dan orientaciones precisas a la manera de concebir y orientar la enseñanza del escribir. Inicia con los aportes de la teoría de trabajo cooperativo, muy en boga hoy en día, para tratar de dar luces al proceso de composición escrita en equipo; siendo el docente y los propios alumnos los que promueven la escritura en clase, llegando incluso a buscar modelos de expertos en el proceso escritor. Cassany propone generar ambientes y métodos de intervención como el empleo de borradores, la autoevaluación y la integración a los demás alumnos en la tarea de escribir. Diversas formas son las concebidas por este autor para promover la escritura: el diario, la bitácora, el protocolo, propuestas buenas para llevar a cabo este ejercicio.
Al pasar al capítulo (iv) ¿cómo evaluar? El docente podrá encontrar pruebas, correcciones de escritos, fomentar la tutoría como estrategia docente o tareas de autocorrección, bien hará con recordar principios claros de la evaluación como: ser diseñada por el docente, tener objetivos claros comprendidos por todos, basarse en varias producciones de los aprendices, animar las prácticas  didácticas y estar basada en las últimas investigaciones del caso. Estas consideraciones básicas las recuerda como base y sustento al trabajo previo de evaluar. En el camino, propiamente dicho, Cassany propone prácticas genéricas para acompañar el desarrollo e impulso de la escritura, varios son los procesos evaluativos que explica: la cooperación entre iguales, la tutoría, el comentario magistral, la autoevaluación, la observación en el aula, la corrección escrita, la prueba y la carpeta, en donde se acopia la información de los alumnos, incluidas sus primeras versiones hasta sus versiones finales. Son los puntos a seguir y tener en cuenta en la no siempre acabada tarea de ser docente.
En este recorrido por el libro, el capítulo final (v) Actividades propone técnicas, talleres, metodologías que tienen como principio desarrollar objetivos, tareas, niveles, tiempos, materiales y referencias. Entre las más sugestivas se encuentran: ¿Qué tipo de escritor soy? ¿Qué efectos sobre el lector busco? ¿Qué escrituras uso fuera de la escuela?* entre otras más son las que aparecen descritas con mayor profundidad en esta última parte, en la cual Cassany plantea y desarrolla para la persona que desee algo más práctico y a la vez más cercano a la escritura en el aula y fuera de ella.
No sobra decir que el texto ilumina la práctica educativa encaminada hacia la escritura. Se constituye en un texto académico al igual que práctico, muy útil para el investigador o para el docente –suponiendo que son sujetos distintos–; es, por así decirlo, un texto necesario para actualizarse en los nuevos desarrollos de la práctica de la escritura. No por esto sobra decir que la persona que quiera profundizar en las investigaciones citadas en la bibliografía pueda hacerlo y llegar a considerar el “Construir la escritura” como un texto puente para conocer las referencias primarias.
No queda demás considerar que este texto es primordial para realizar metodologías más acordes con los intereses de los alumnos, con las teorías pedagógicas y lingüísticas vigentes y que consultar a Cassany es un deleite para el que espera con ansía su próxima y, muy segura, profunda investigación. 
Ojalá sirva este somero recorrido para influir en los actores del proceso educativo, siendo los docentes los principales proponentes del “construir la escritura” para que ellos y sólo ellos sean los que promuevan una revolución pedagógica, una aventura del conocimiento, un ondear la bandera de la creación; y que gracias a ellos la travesía por la vida pueda ser una travesía por la escritura misma: un mundo de avatares, contradicciones posibles, en donde sea posible construir más que instruir, soñar más que memorizar, pensar más que repetir y escribir más que copiar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO EL ARTESANO

EL CONFLICTO ES CONNATURAL AL SER HUMANO, LA VIOLENCIA NO