Un evento para olvidar
TANZ IN DEN MAI - Un evento para olvidar
Por Esteban
Ortiz
Hace días se celebró un evento en el colegio, en el cual se le dio la
bienvenida a la primavera europea. Desde esa noche no dejo de pensar en lo que
ahí ocurrió, se me volvió algo incómodo ¿Por qué no puedo olvidar el Tanz in
den Mai?
Para
los que no lo conocen Tanz in den Mai es una tradición alemana de júbilo donde
se baila, se festeja y se le rinde tributo a la vida por medio del árbol de
mayo. Así como en Colombia celebramos el 1 de mayo el día del trabajo, en
Alemania la noche del 30 de abril se celebra la llegada de la primavera.
Mientras aquí caminamos en marchas llenas de arengas y aerosoles, en Alemania
celebran la vida, el amor y hasta se regalan pequeños arbustos entre si. Que
bueno traer estas celebraciones extranjeras donde se regalan bailes y emociones,
donde se elogia el estar juntos y que la vida renazca.
En
nuestro colegio se le ha hecho una interpretación a esa celebración y se organizó
para esa noche una velada nocturna donde el componente principal fue un concurso
de belleza. A partir de las 7 de la noche empezaron a desfilar por el teatro -vuelto
pasarela social- las niñas del jardín infantil Max und Morritz. Posteriormente pasaron al
frente las niñas de primaria y por último, se coronó entre las mayores a la
reina del mes. Para mi sorpresa muchas niñas, con sus nombres, pasaron por
ahí.
Demasiadas familias estuvimos presentes, quienes concurrimos esperanzadas a festejar aparentemente
la llegada de la primavera. Al final, algunos nos fuimos confundidos, pues no
entendimos la relación entre la llegada de la primavera y un desfile de belleza
¿Qué tenía que ver la primavera con un concurso? o más aún ¿quiénes eran las
flores? ¿Las niñas?
Me
pregunto: ¿Qué le estamos diciendo a nuestros hijos con un evento de estos?
¿Qué es tan importante para que traigamos las niñas a un evento nocturno? ¿Qué
marcas estaremos dejando en sus mentes al ponerlas en esta situación de
miramiento y multitudinarios aplausos?
Algunos
pensaran que se aplaudía el talento de estas niñas. ¿Cuál talento? ¿No
intimidarse, no caerse, caminar, sonreír? No vi el talento, eso si vi algunas
llorando a las afueras, desconsoladas y a sus padres diciéndoles (y
mintiéndoles) que no importaba lo que había pasado. Para estas cosas,
reconozco, que me confundo ¿debemos celebrar la apariencia o debemos pensar más
en el esfuerzo diario por ser mejores personas, más preparadas y más
incluyentes socialmente? ¿seguimos preparando a las niñas de Cali para un mundo de
pasarelas?
Nuestras
niñas, las del Max und Morritz, con mucha conciencia y sin mucha defensa debían
desfilar por una pasarela. La realidad es que algunas fueron tímidas, otras más
locuaces y en general les dijimos a todas que estaban muy lindas. Los que
estábamos ahí estábamos haciendo parte de un espectáculo donde las niñas fueron
expuestas ante todos, para alabar su porte, para enorgullecernos de su
presencia. Les dijimos esa noche a estas chiquitas que un aplauso te lo ganas
por modelar. También les reforzamos que lo que importa en la vida es vestirse
con trajes extravagantes, aparentar y sonreír para otros.
Afortunadamente
no siempre pensamos así, cuando decidimos que este era el colegio, uno de los
criterios fue que en ningún momento se le hiciera relevancia a la apariencia
física. Creo que ningún profesor establecerá ningún indicador estético en los
logros o notas de calificación, y que ni se atreva a hacerlo. Y por suerte, ni
el IB ni el ICFES evaluarán la apariencia física de los que lo presenten. ¿Por
qué estamos generando semejante distanciamiento entre el fin educativo y un
espectáculo cultural?
Con
un evento así estamos dando un mensaje contradictorio. Por un lado nos interesa
el desarrollo de las habilidades de una nueva generación y por otro aplaudimos
a rabiar una niña por tan solo su presencia. Las estamos preparando desde
pequeñas a que serán miradas y vueltas objetos evaluables para un mercado que
compra y vende.
Para
nuestra futura vergüenza, nuestros hijos e hijas son esponjas y lo que hagamos
ahora será recordado por ellos como ejemplo de buenas maneras y de buenos
comportamientos. En un país como Colombia, donde somos uno de los más violentos
del mundo también se realiza el mayor número de concursos de belleza. Nuestras
reinas son vendidas a los narcotraficantes, a los secuaces de turno, a los adultos
desvergonzados o peor aún a los servicios secretos de otros países. No será que
hay una relación entre este tipo de cultura y la celebración de concursos de
belleza donde se expone a la mujer como mercancía para el deleite de los adultos
presentes.
Uno
de los problemas más graves que tenemos en Colombia es la explotación de las
mujeres. Por este desequilibrio de género muchas niñas son abusadas, algunas
tienen embarazos precoces y en general se desvirtúa la imagen de mujer, por la
de un ser que debe mostrarse al hombre y complacerlo, y condicionar su
desarrollo personal por el de otra persona que termina en silencio explotándola.
No
hace falta ir muy lejos para darnos cuenta de lo que implica todo esto. A las 7
de la noche, a la hora de cualquier noticiero, veremos ahí la mujer expuesta, de cuerpo entero las presentando la farándula, donde muchas de ellas son caleñas. Casi siempre presentan el mundo
del espectáculo, de las pasarelas de donde provienen. ¿Dónde aprendieron eso? de
sus familias, de sus colegios que premiaban la belleza, de una sociedad que sobrevalora
la apariencia, la moda y lo estético. El evento del 30 de abril fue una triste muestra
pública de una sociedad que tiene que replantearse y no perpetuar sus viejas prácticas.
Ya
soy consciente de mi molestia, ya se porque salí disgustado del evento del Tanz
in den Mai. Donde hubo muchas actividades para adultos mirones y pocas para
niñas. Y que en vez de regalarle árboles y futuro, les dimos a nuestros hijos
mensajes contradictorios de una sociedad que no cuida el equilibrio mental de
nuestras niñas y las expone a tensiones y pasarelas que no tienen cómo comprender.
Cali, mayo 2012
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