Homenaje póstumo a Umberto Eco

Homenaje póstumo a Umberto Eco

No recuerdo quién me recomendó “El Nombre de la Rosa”. Al principio, no le puse mucha atención, pero las palabras quedaron revoloteando y zumbando a la vez. Luego salió la película dirigida por Jacques Annaud y actuada por, el célebre, Sean Connery.

Con este ambiente me puse a leer “El Nombre de la Rosa”. Este texto llevó a posponer los estudios por unos cuantos días mientras lo acababa. A pesar de los derechos que como lector tengo, según Daniel Pennac, en especial al de saltarme las páginas; yo no me saltaba ni las páginas, ni los párrafos, ni las oraciones, ni las palabras y muchos menos las que estaban en latín. Quería leerlo completamente, fue un largo apasionamiento y al terminar la novela sufrí la terrible sensación de que la lectura no iba a ser para siempre. 

Que sublime ha sido encontrarme con libros que lo sacan a uno de la realidad y lo sumergen en otra. “Que gran emoción, que gran estado de alucinación” La lectura como un estado de alucinación ¿será bueno o malo?

Volviendo con Eco y su libro, las reacciones fueron obvias: ir a una librería, seleccionar y comprar, en la medida de las posibilidades, sus libros. ¡Es que se lo merecía!

Sus libros de ensayo han sido motivo de intensa reflexión, su “Lector en fábula” como texto sobre la lectura. “El signo de los tres” donde desarrolla su teoría de la lectura como abducción. “Apocalípticos e integrados” que busca la reflexión sobre la mass-media. En fin, tantos y variados textos que me llevan a considerar ser, sin temor a decirlo, un fanático de Umberto Eco.

Pero a pesar de sus excelentes ensayos, sigo considerando que el “Nombre de la Rosa” es una novela sublime. Muy pocas veces podré sentir algo igual, es un amor que se quedará allí, escondido en un rincón que él mismo creó. Este libro es como una “rosa” imperecedera, una flor esperando que sea abierta mil y una vez. 

Larga Vida Umberto Eco. 

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