NOTAS DE PAZ, NOTAS DE DIGNIDAD


Notas de Paz, Notas de Dignidad

Entendámoslo bien, hace 11 años la Fundación Notas de Paz no llegó a enseñar salsa, reguetón o música popular al barrio Bellavista que era lo que quería la gente del sector. Decidió ofrecer una propuesta diferente que cambiara este territorio marcado por la marginalidad, la exclusión y sobre todo la violencia. Desde ese entonces se dedicó a hacer algo distinto a la discriminación, al abuso y al maltrato que muchas veces se siente en la cultura y en las letras de la música cotidiana. Desde el comienzo su propósito fue ofrecer un tipo de música que cortara la violencia de raíz, le bajaron el volumen a las letras y se lo subieron a los instrumentos de cuerdas, vientos y de percusión. 

Asumieron el extraordinario reto de enseñar música clásica entre tanta incredulidad y vulnerabilidad a la vez. Se hizo efectiva una estrategia singular y colectiva de ofrecer formación musical académica de alto nivel, no para la comparsa social sino para el crecimiento integral de seres humanos, que desde su primera infancia quisieran tener alternativas de desarrollo y progreso.  En este caso, la disciplina musical ha sido el arma esencial que emplearon para derrotar la desidia y la apatía. 

Insistieron en crear una orquesta sinfónica juvenil que requiere de talento y mucho esfuerzo. En escena aparecen hasta 90 niños de todas las edades conformando un grupo, algo colectivo, casi una hermandad, un ser solidario desde su esencia.

Con el concierto de este 4 de septiembre de 2018 se asoma uno a comprender lo que ha significado en cada niño transformar sus vidas. Ver a sus familias dentro del público, aplaudiendo emocionados una música que han venido entendiendo. Contrasta lo que pudo ser sus vidas sin esta oportunidad de acercarse al arte, en cierto sentido a la completud. Porque con la música clásica y con las orquestas sinfónicas se acerca uno a la belleza pura, se alcanza por momentos el sublimado encuentro con lo divino, con el éxtasis, con la perfección.

En esta noche de pequeñas grandes estrellas, se percibe esfuerzo, horas de dedicación, decoro, caras orgullosas.  En lo que se escucha, se reconoce el amor propio, el tener un propósito personal y lograr uno colectivo. Esta fundación ha venido cumpliendo con creces su misión de darle sentido y dignidad a la existencia de 300 niños y sus familias. Doy un tributo a este grupo humano llamado Notas de Paz por trazar este acertado camino para transformar destinos. “Uds. Tienen la clave”





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