Soy Cindy - de la seria Historias Inconclusas
Soy Cindy
por Esteban Ortiz
Me levanté temprano con la firme intención de finalmente hacer la tarea.
Hace dos días la maestra de tercer grado de la Normal Farallones, nos había pedido que hiciéramos un relato para el día del idioma.
Había tantos temas. Podría hablar de mi madre y de su odio a la cocina. Podría hablar de mi hermanito que jugando con una pelota tuvo una caída. Podría hablar de lo que mi muñeca deseaba: una mejor casa, una mejor familia, una mejor vida. De lo que no hablaría es de ese sucio padrastro mío, quien el viernes santo luego de haber bebido, se me acercó a la mejilla y me dijo que estaba bonita. Odiaba eso. No quiero que se me vuelva a poner cerca, y mucho menos encima. No se me quita de la mente cuando una noche, me respiró fuerte en el oído y me puso algo raro entre las piernas. De eso no escribiría jamás.
Mejor hablaré, en mi tarea, de lo que quiere mi muñeca: una casita limpia, un espacio propio y de tener una mascota. Ella desea adoptar una mascota para jugar, acariciarla, correr entre los muebles, tirarle una media y que la trajera, o simplemente sobarla un buen rato, hasta quedarse dormida. Yo también anhelo una compañía tierna y poder acurrucarme tranquila a dormir. Una mascota que me cuide y no tener que estar atenta a lo que los demás hagan, especialmente mi padrastro, ese señor que cambia cuando está con mamá y cuando no. Ojalá lo mordiera bien duro para que no se meta conmigo.
Recuerdo a mi profe Ana Yibi, que desde hace un año sólo la veo por el celular. La veo chiquita, lejana, cuanto quisiera volver a la escuela, verla en vivo y en directo. Saber si se puso el vestido verde o el azul, si se volvió a alisar el pelo, si se echó el perfume. Tan rico que huele. A veces, en clase, me acercaba con cualquier excusa solo para olerla. Huele como a flores, como a reciéntenlo bañada, huele a fino, a exquisito. Que delicia echarme ese olor, sin duda sería otra.
También quiero volver a estar con mis amigas, a jugar en el recreo. Extraño hasta las aburridas clases, ya no me parecen tanto. También echo de menos a la rectora, tan linda, tan especial, tan cariñosa conmigo. Cuando me hablaba, sentía como una magia. Cuando a las profes o a la rectora les gustaba algo de lo que había hecho, era un momento lindo, me sentía mas alta, más importante. Es como si el mundo cambiara y fuera de muchos colores, todos vivos y brillantes.
Quiero volver como sea a las clases. Quiero poder tener ese espacio donde soy lo que quiera ser. Si yo se, que también hay niños que son cansones y me molestan, pero no importa. No son como mi padrastro, no son dobles, siempre molestan y punto. En cambio ese señor, es uno con mi mamá y otro conmigo. A veces quisiera salirme de la casa, prefiero vivir debajo de un puente a tener que soportar a ese señor.
No me he podido concentrar en la tarea, ¿de qué hablo? Nada de lo que pienso es interesante para los demás. Tal vez a todos ya se les había ocurrido que la luna llena de anoche, era como roja. O que las muñecas de mis amigas se han vuelto como locas, y han querido viajar, se han ido a la terminal de buses y se han escapado hacia donde los tíos en el campo, allá en las montañas, cerca a los bosques. O muy probable que a mis compañeros también les haya ocurrido lo mismo que a mi hermano. El otro día llegó con un celular que -dizque- se encontró tirado en el piso. Yo no le creí, mi mamá tampoco, pero el señor ese le dijo que si se lo había encontrado, pues que era de él, que tranquilo, que así era la vida, de los vivos. Y aunque tenia la pantalla un poco quebrada, con él se quedó. Todo el día me lo restregó en la cara, diciéndome que él tenia celular y yo no. Hasta que le respondí: “pues prefiero no tener nada a tener algo roto”. Ese día casi me pega.
- “Cindy Johana” - qritó mi mamá – “póngase a hacer las tareas, o si no entonces me barre toda la casa. Si no va a estudiar, se me pone a hacer oficio”.
Inmediatamente cogí el cuaderno y escribí:
- “Había una vez…”
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