EL ENIGMA DE NUESTRO NOMBRE - PARTE 3
¿Cuál fue la motivación para poner el
nombre?
“Motivación: Conjunto de factores internos o externos
que determinan en parte las acciones de una persona.”
Diccionario RAE.
Las razones de por qué nos llamamos de
una forma y no de otra es parte del enigma de nuestra existencia. Generalmente
se acude a los padres para tratar de entender el motivo de dicha inquietud. Salen resultados de toda clase.
La historia una y otra vez se repite.
Muchos llevamos personajes de la farándula, aquellos personajes públicos, lideres globales, pero sobre todo cantantes, infinidad de músicos, aparecen con frecuencia. La música está ligada a nuestra existencia.
Algunos portamos apelativos de seres perdidos en el olvido, sonoridades impronunciables,
indeletreables y hasta desconocidas por nosotros, pero no para nuestros padres. Un personaje del cine, una protagonista de
novela, un héroe nacional, son oportunidades que nuestros
padres no desperdiciaron.
Para mi asombro aparecen muchos nombres
masculinos en Hebreo (David, Mario, Manuel), inglés (Jhon, William o Alex) y en
alemán (Carlos, Enrique Alvaro), otros en ruso (Ivan, Vladimir), pocos en italiano
(Adrian, Jerónimo) y por increíble que parezca, muy pocos en francés (Pierre o
Didier). Se explica por la influencia que estos países han tenido en nuestro
contexto. Comúnmente son nombres que se escriben de una manera en su lengua
original y al ser interpretados en nuestro castellano se trascriben
fonéticamente, tal cual suenan. Tenemos nombres que son difíciles de pronunciar
y escribir en castellano. No olvido encontrarme con muchas Leidi di, algunos
James, e incluso hasta un Usanavy hay en mi indagación.
Emergen tributos a seres que
murieron en la época de nuestro nacimiento, y que nuestros padres desearon mantener en el recuerdo. Como si
estuviéramos en una penumbra permanente, en un purgatorio o en una película lenta
de suspenso, los fantasmas de toda una genealogía de tíos, abuelos o personas
queridas van desfilando por nuestros nombres.
Todo un análisis aparte requiere hacerse con aquellas personas que obtuvieron el nombre de su padre, que a su vez heredó el de su padre y así de manera indefinida. Una arqueología mayor debe hacer esa persona para entender la motivación de dicha herencia, pues alguien tuvo que haber iniciado esa cadena perpetua.
En cambio, especial interés me genera cuando, en
nuestros nombres, aparece una constelación de amores de nuestros progenitores. Estos
melodramas perpetuados eternamente en los nombres son interesantes: ¿Por qué una novia anterior o un amante de nuestros padres aparecen en nuestros nombres? La continua emergencia del
deseo aparece, la subjetividad, lo no resuelto es algo fascinante para una
trama o un guion de nuestro arquetipo más profundo. Irremediablamente, querámoslo o no, el nombre expresa el deseo de nuestros padres. el nombre encarna lo que los padres querían de nosotros, como si fuéramos una reencarnación de ese otro ser, una imitación, un calco, o una mención eterna.
En ocasiones aparecen las
disputas entre los padres por poner el nombre. A veces la discusión es
–aparentemente- solucionada poniendo ambos nombres, formando nombres
compuestos. En Argentina es común encontrar dos nombres poderosos formando uno
solo -como un monstruo de dos cabezas gobernando el mismo cuerpo - ídolos del fútbol lo confirman: Diego Armando, Gabriel Omar, Diego Pablo. Pero lo fácil,
en este caso no es la solución. Con el tiempo, cada padre sigue nombrando a la
persona sólo por el nombre que le puso. Los nombres compuestos se vuelven un
magnifico escenario para conocer las familias, las negociaciones y hasta los
conflictos no resueltos. En cambio de Argentina, en Colombia las personas escogen uno de los nombres compuestos, y al otro lo relegan al olvido. Negarlo también es parte
del enigma del nombre.
Con increíble frecuencia, tenemos
problemas con nuestro nombre, lo escondemos, lo evitamos, quisiéramos
cambiarlo. La cuestión es que es muy sencillo hacerlo, simplemente es ir a una
notaría y hacerlo. ¿Por qué seguir cargando toda una vida con esa molestia?
Generalmente nadie se cambia su nombre. Conozco muy pocos que se lo han cambiado,
incluso, conozco más cambios de apellidos que de nombres. Lo que si
percibo con frecuencia es que muchos cargan un lastre eterno sin interés alguno
por solucionarlo.
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