El titiritero
EL TITIRITERO a Rafael Erazo Parte 1. La llegada La llegada a Buenos Aires fue un caos. El vuelo desde Bogotá estuvo turbulento y largamente extenso. Las piernas apenas podían mantenerme de pie y la molestia mayor se dio cuando descubrí que la maleta, con mis cosas personales, no había llegado. Siempre había viajado con maletas convencionales de lona, de esas que se vuelven pequeñas o más grandes en la medida de las necesidades. Yo traía una de tamaño mediano con algunas pertenencias básicas, de esas que no se podían perder, pues recuperarlas era demandante, costoso y sobre todo aburrido. La señorita de la aerolínea me dijo que volviera en 3 horas, para que me entregaran mi maleta, “debe ser una confusión en el despacho”, explicó. Decidí permanecer en el aeropuerto, la reserva del hotel esperaría sin problema, pero yo tenía mucho cansancio acumulado. Quería asearme, tomar un baño, afeitarme y echarme a dormir. Nada de eso era posible por ahora. Para evitar ...