Padres y Madres a dejar huella en la formación de nuestros hijos

Por Esteban Ortiz

Así como hablamos, comemos y respiramos de manera más o menos autónoma, llegamos a este mundo para hacer más que eso. En el mundo actual no hay espacio para la inconciencia, el desgano y la apatía. Nuestra apuesta es la de hacer una presencia más consciente, activa y vital.

No importa que tengamos 7 o 15 o 50 años, estamos todos invitados a dar lo mejor de cada uno de nosotros. Donde construyamos lazos de amistad, superemos diferencias sociales y generemos entre todos un mundo más multicultural, interconectado, pero con gran sentido de pertenencia hacia lo local. Respetando las reglas de juego de un planeta que nos pide no descuidarnos y poner siempre de nuestra parte.

Frente a esta conciencia actual, a veces como padres perdemos el horizonte, nos aferramos a prioridades de subsistencia y delegamos en el colegio un rol que es intransferible. Le endosamos la responsabilidad de formar a nuestros hijos. Frente a este error histórico y generacional tenemos que hacer un alto en el camino para redefinir lo importante.

Primero y antes que nada debemos reasumir con autoridad y entusiasmo, nuestro papel protagónico de ser padres formadores. Tomar aliento, empoderarnos, escuchar ideas y orientarnos en lo que es indispensable: el que queremos un mundo mejor para nuestros hijos.

En este ideal compartido, hay muchos de nosotros haciéndonos las mismas preguntas. Necesitamos juntarnos y montarnos, de una vez por todas, en este bus de formadores. Infortunadamente no tenemos una bola de cristal para garantizar qué va a pasar en el camino, pero entre todos sumaremos horas de experiencia, nos haremos más amigos y edificaremos una ruta segura, responsable, en definitiva: una ruta más incluyente, donde todos y cada uno quepamos con nuestras diferencias.

La condición de esta aventura escolar es que tenemos límites. No sólo importa el fin, graduarnos como bachilleres, o ser exitosos, o ser mejores personas, atañe también todo el camino que trasegamos para hacerlo. Así como no podemos llegar de una vez al colegio pasándonos los semáforos en rojo, o haciendo atajos y trampas, tampoco podemos esperar a que la gente nos salude sin nosotros saludar. Para recibir hay que dar. De nosotros depende hacer el mejor recorrido pero también el de dejar huella, símbolo de la manera cómo queremos ser recordados. ¿Cómo esperamos recoger sin haber dado todo lo que tenemos para dar?


Las asociaciones de padres somos un grupo conformado por padres con muchos deseos de aportar su huella. Somos un equipo de personas diversas, con energía suficiente para dar y crecer en comunidad. Generalmente nos sobran ganas pero nos faltan manos. Tenemos altas y encumbradas ambiciones pero trasegamos en una realidad a la que le hace falta tiempo, tan sólo tenemos unos meses para hacer tanto. Lo importante es sumar o como lo decía Gonzalo Arango, poeta colombiano: “Una mano más otra mano no son dos manos, son manos unidas”. Te invitamos a hacer parte de una asociación, donde todos pongamos nuestra actitud, nuestras acciones y dejemos la huella de ser padres, en todo el sentido de la palabra. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

YO EL ARTESANO

A propósito de “Construir la escritura” de Daniel Cassany

EL CONFLICTO ES CONNATURAL AL SER HUMANO, LA VIOLENCIA NO