Entrevista a escritor Pablo Montoya - actual Romulo Gallegos- realizada en el 2000.

DE LA MANO DE UN ESCRITOR A LAS ENTRAÑAS DE UN OFICIO:
Entrevista con el escritor Pablo Montoya
Por Esteban Ortiz M.
Bogotá, Mayo 2000

Esta entrevista se la hice a Pablo Montoya -actual ganador del premio Romulo Gallegos- en mayo del 2000. Tiene un valor histórico importante, pero sobre todo nos muestra su claridad, su sencillez pero también de su coherencia y persistencia. Desde esa época ya perfilaba sus temáticas, sus libros y sus controversias. Todo un legado para los que quieran escoger como oficio la escritura. 

La siguiente es la entrevista efectuada al escritor de ficción Pablo Montoya, licenciado en filosofía y letras de la Universidad Santo Tomás de Bogotá. Su interés por la literatura latinoamericana lo ha llevado -actualmente- a realizar estudios de doctorado en la Universidad de la Sorbona en Paris. Ha publicado los siguientes libros: "Cuentos de Niquía", "La Sinfónica y otros cuentos musicales", "Habitantes" y  "Viajeros, este último en la editorial de la Universidad de Antioquia. Su entusiasmo por la escritura y la necesidad de ser dada a entender en la escuela son problemáticas que giran alrededor de la mente de este escritor.

A
preciado Pablo quiero invitarte a conversar sobre tu vida y tu experiencia de escritor. Empecemos por presentarte a los lectores ¿Quién eres?
Pablo: Bueno muy agradecido por tan agradable sorpresa. Para empezar yo soy Pablo Montoya, nacido en Barrancabermeja, criado en Medellín, formado musicalmente en Tunja donde  viví algunos años. Hoy por hoy estoy radicado en Paris desde donde colaboro con diferentes revistas y periódicos colombianos.
Esteban: ¿Exactamente qué haces en la ciudad Luz?
P: Siete años atrás decidí hacer un postgrado en literatura latinoamericana en la Sorbona. He hecho una tesis doctoral sobre las relaciones entre la música y la literatura en Latinoamérica. Soy profesor de español y catedrático en la Universidad de Metz. Y, por supuesto, en París también escribo.
E: Vayamos a tus primeras lecturas, ¿cómo surgió ese interés por la literatura?
P: Pienso que el escritor siempre tiene un referente muy importante que es el de las primeras lecturas, los primeros libros leídos, las primeras impresiones literarias,  esas siempre ocurren en la infancia o en la adolescencia. En el caso mío, hubo grandes y fuertes impresiones leyendo a los escritores de aventuras como Julio Verne, Emilio Salgar, o Charles Dickens.
E: Leyendo tus libros se ve un marcado interés por las visiones no sólo occidentales sino también orientales, ¿leíste en tu infancia alguna otra literatura no occidental?
P. Obviamente hay libros de referencia como "Las mil y una noches", "Los cuentos de Lucanor" que son los primeros cuentos que se escriben en España pero que traen toda una influencia árabe. Digamos que eso me lleva a alimentar aún más el deseo no tanto de escribir sino de leer.
E: ¿Esa afición por la lectura estuvo influenciada o mejor dicho potenciada por la escuela?
P: Yo creo que mi afición por la lectura fue más bien personal, pienso que está  muy relacionada con mi mamá.  Cuando ella entró en esa edad dura de la mujer que es la menopausia, leía mucho por las tardes. Había una colección que se llamaba Colcultura que eran los libritos de tres pesos, los amarillitos, los rosaditos. Ella los compraba semanalmente y yo me acuerdo que esa era la época en que la siesta no le duraba casi, entonces como yo estudiaba por las mañanas, yo la veía a ella leyendo. Yo tenía ocho, nueve, diez años y entonces también indagaba, indagaba mucho en qué era lo que estaba leyendo. Esas son las primeras impresiones sobre la lectura, pero más que todo de autores colombianos. Pienso que eso ayudó mucho a enamorarme de la lectura.
E: La lectura te ha guiado en estos años. Valiosa imagen la que rescatas de ver a tu madre leyendo. Son esas imágenes que permanecen por siempre. Siguiendo con esta breve indagación y adentrándonos en los terrenos propios de la enseñanza de la escritura ¿Cómo crees desde tu posición de escritor que se puede dar una formación más cercana a la escritura en la escuela?
P: Creo que la enseñanza de la escritura se puede hacer a partir de los talleres de escritores, de los talleres de poesía, de los de cuento; que son manifestaciones en las que el escritor ya versado puede darle al que está principiando ciertas pautas de lectura y de escritura.
E: Veo que rescatas el trabajo de versado y el del que está principiando, parecido a la relación entre el maestro y el aprendiz, ¿podrías contarnos más acerca de los talleres?
P: Si, he compartido con algunas personas el oficio de escribir. Digamos que hay un trabajo que se hace entre escritores, escritores amigos, que es mostrarse lo que cada uno escribe. De esa muestra uno puede dar consejos, pero son cosas muy específicas: cómo se escribe el cuento, cómo propiciar que los objetivos esenciales del cuento, de la poesía en tanto que asuntos estéticos, logren cierta redondez, cierta perfección.
E: Esa figura de los amigos y colegas es muy interesante ¿cómo se da?
P: Se utiliza mucho la figura de los borradores. La lectura de los primeros textos es muy importante. Creo que todos los escritores lo hacen, tienen sus amigos de confianza que son generalmente lectores críticos; porque no se trata del mutuo elogio, es un permanente cuestionamiento, una permanente crítica. a veces demoledora, sobre el primer borrador o el segundo o lo que se cree que sea ya el texto definitivo. Es a partir de esa lectura que hace el otro que se rehace completamente el texto.
E: Cuando hablas de tus amigos tiene que ver con las escuelas literarias y los estilos que se presentan en la literatura contemporánea.
P: Claro, vamos a un caso particular, el cuento. El cuento en Colombia y en Latinoamérica tiene unos referentes esenciales que casi todas las personas acuden a ellos. Tal como lo propuso Horacio Quiroga en su "Decálogo del cuentista", después Julio Cortázar en algunos de sus ensayos, o como lo propone de alguna manera en las entrevistas García Márquez, como lo plantean Borges y Juan José Arreola. Son estos algunos de los modelos más importantes del cuento latinoamericano.
E: Siguiendo con las tendencias literarias ¿cuáles podrías extraer como prototípicas en Latinoamérica?
P: Digamos que hay una tendencia literaria latinoamericana, la cual tiene mucho que ver con Borges, Arreola, Monterroso, en el sentido de la brevedad. Borges, por ejemplo, da unos modelos, unos modelos muy certeros no solamente por el estilo sino por las temáticas que trata. Es como meter un poco de erudicción histórica universal dentro del contexto latinoamericano, yo traté de hacer  más o menos eso o trato de hacer más o menos eso en algunos de los libros que he hecho. En "La Sinfónica" y en "Los viajeros" indagué en la cultura occidental, no restringiéndome a lo local, opción por demás válida, por supuesto. Hay otras tendencias que tienen que ver con lo regional. En los talleres de escritores, especialmente los que se hacen en Medellín, se trabaja mucho a los escritores de la región: Manuel Mejía Vallejo, Efe Gómez, Fernando González, Tomás Carrasquilla, Mario Escobar Velásquez, entre otros.
E: Algunos teóricos de la literatura latinoamericana han asumido una actitud de menosprecio frente al cuento, tratando de exaltar a la novela. ¿Qué opinas del cuento latinoamericano?
P: Cortázar tiene una frase muy especial para hablar de esto del cuento con respecto a la novela. Cortázar dice más o menos que la novela gana por puntos y el cuento debe ganar por nocaut. Creo que eso es el golpe, cimbrar al lector desde el comienzo y hasta el final, y mostrarle una parte esencial de la historia que uno quiere contar. Aparecen entonces, los modelos, las peculiaridades de la escritura del cuento: la síntesis, es decir lo esencial; la ausencia de o el buen manejo del adjetivo; hacer todo lo posible por evitar la retórica, en el cuento no debe haber retórica. Porque el cuento debe ser algo que vaya directo al objetivo, al corazón, a la mente o a la sensibilidad.
E: Hablando de los grandes escritores paisas, ¿tu has tenido algún reconocimiento a tu labor de escritor?
P: Hace algunos años atrás quedé de finalista dos veces en el concurso Carlos Castro Saavedra.
E: y en el resto del país?
P: Gané un concurso que se hizo aquí, que se llama el Alejo Carpentier que hacen en la Universidad Central de Bogotá. Y en dos ocasiones quedé de finalista en los concursos  de poesía y cuento organizados por el Ministerio de la Cultura.
E. Hablando de temas tan interesantes como los concursos y premios ¿cuáles han sido las obras que te han merecido un reconocimiento en el ámbito nacional?
P: El único reconocimiento nacional, relacionado con los concursos, que he recibido es la medalla Alejo Carpentier y el diploma dado por el taller de la Universidad Central en 1993. Sin embargo, he publicado cuatro libros: "Cuentos de Niquia","la Sinfónica y otros cuentos musicales", "Habitantes" y "Viajeros". Los dos primeros los publiqué con mis propios recursos en París y Medellín respectivamente, los dos últimos  han sido sacados al mundo con la ayuda de las editoriales. "Viajeros" con la ayuda de la Editorial de la Universidad de Antioquia y "Habitantes" con la ayuda de una editorial en Francia.
E: Desde el título de tus obras publicadas podría uno inferir cierta relación con la ciudad, con las grandes urbes. ¿cómo sientes que una ciudad como Paris influye en tu escritura?
P: Yo pienso que el escritor contemporáneo, habitante de las grandes urbes, sigue girando entorno a los temas básicos de la literatura que son: la soledad, el amor, la muerte, el poder. Sin duda habrá otros, pero creo que son variaciones de estos ejes esenciales.
E: ¿Tu sientes que existen algunos fantasmas que te persiguen, que te incitan a viajar, conocer o escribir?
P: Los fantasmas pueden ir relacionados con esos puntos primordiales. La muerte por ejemplo; el poder; la soledad, la soledad de una ciudad; la marginalidad que produce la soledad.  El libro "Habitantes", que es el más urbano de los cuatro, lo escribí sufriendo, gozando o padeciendo una sensación de soledad en París. Los fantasmas, la menos en ese libro, tienen que ver más que todo con la marginalidad, pero la marginalidad también puede originar algo positivo en la escritura, que es que te puede alimentar el proceso de la escritura. Si no tienes quién te elogie, ni quien te ponga en un  podium: no tienes a nadie. Entonces paradójicamente surge esa libertad que a veces es muy importante tener en la escritura: que es la soledad completa. Es decir, tu escribes porque necesitas exorcizar estos fantasmas y no porque has firmado un contrato con alguna editorial.
E: ¿Podríamos afirmar que la escritura es la forma de exorcizar a los propios fantasmas?
P: En cierta medida sí. Ahora, hay fantasmas subjetivos y también  fantasmas sociales, nacionales, continentales. Hay algunos escritores que lo que intentan resolver es un problema de identidad cultural, que también se puede manifestar como un fantasma. Hay, por demás, escritores más íntimos, más subjetivos que resuelven problemas con su mentalidad propia, con su sensibilidad, con su personalidad. Pienso que todo lo que es arte es una manera de exorcizar, de plasmar un montón de inquietudes que tú tienes y que no tienes otra forma de hacerlo en cualquier otra rama del conocimiento, sino en el arte.
E: Volviendo a unas palabras que dijiste anteriormente ¿cómo fue tu relación con los talleres de escritores?
P: Al taller de Manuel Mejía Vallejo asistí en sus últimos momentos. Iba mucha gente, mujeres y personas ya de edad que elogiaban a mi modo de ver demasiado a Mejía Vallejo. Personas por otra parte que asumían la escritura como un pasatiempo. El taller tenía en esa última época un cierto toque de costurero.  Eran dos horas más o menos, la primera hora y cuarenta y cinco minutos era una especie de elogio continuo de esas señoras, que escribían en sus ratos libres, hacia el novelista antioqueño. Mejía Vallejo a veces se le veía un poco incómodo ante esta situación, pero en los últimos 15 minutos hacía el análisis de los cuentos que le entregábamos. Este último momento era  donde el maestro daba los consejos sobre la escritura.
E: Podrías explicarnos más en qué consiste  un taller de escritor.
P: En esos talleres es muy fundamental el consejo de los escritores. La intención es darle una orientación al asistente, al tallerista o al que está empezando a escribir sobre lo que debe leer, o qué debería leer; para que, a su vez, tome atajos y no gaste mucho  tiempo leyendo cosas que no son tan importantes en el proceso de la escritura. Es decir, en lo que se refiere a leer, al goce, uno puede leer lo que quiera; pero en el problema de la escritura propiamente yo creo que hay textos y autores fundamentales que ayudan a resolver ciertos problemas. Volviendo a la imagen del taller de Mejía Vallejo, en esos últimos 15 minutos el escritor era muy certero y puntual en sus juicios. Era como se dice un "Maestro".
E: ¿quieres decirnos qué tipo de textos son los que se promocionan en los talleres de escritores?
P: Se miran más que todo textos, digamos "iniciáticos". Con respecto al cuento se leen textos de Poe, de Maupassant, de los clásicos latinoamericanos del boom. Ahora bien, es fundamental para entender la sociedad moderna y para entender cómo escribir en esta época leer a Ítalo Calvino, leer a Kafka, leer a los  escritores que plantean otro tipo de escritura, la experimental, la automática, la surrealista, etc.
E: En los talleres de escritores ¿No hablan de textos que ayuden a escribir en sí?
P: Se supone que la gramática, que la sintaxis, que el estilo literario ya son herramientas que manejan los escritores;  digamos que ésas son las herramientas que ya deben estar resueltas. Sin embargo, hay escritores que manejan muy bien lo formal, pero de pronto no logran el objetivo porque han desconocido o desconocen una serie de escritores que ya han hecho lo que están haciendo y que propondrían nuevos caminos.
E: En el mundo iniciático de los escritores ¿No crees que deberían de sugerirse algunos textos sobre retórica, argumentación,  algunos manuales de redacción o de estilo?
P: Al comienzo de la vida de escritor, cuando se están manejando las estructuras básicas de cómo narrar, uno está muy pendiente de ellas. Poner trampas al comienzo del texto, lo que se llama los "engarces" del cuento. Este es un elemento que se plantea en la primera frase o en el primer párrafo y que luego se va a continuar en el segundo muy sutilmente que después se desarrolla y que por último se redondea o se concluye en el último párrafo. Estas son cosas que uno al comienzo las hace muy conscientemente, algunos autores están muy preocupados por eso. Pero hay otros escritores que tienen tan asimilado lo formal que lo hacen con mucha naturalidad y con mucha espontaneidad. De todas maneras pienso que el buen cuento no depende solamente de estas características. El buen cuento depende no solamente de la perfección formal, sino también del sentido, del sentido del cuento, de qué es lo que se está revelando unido, por supuesto, a la manera cómo se revela. El cuento magistral es aquel que revela algo, algo nuevo o algo que tu has visto pero que antes no lo habías definido de la manera como te lo define el cuento. Este es uno de los puntos más difíciles de la escritura, porque tu puedes escribir un cuento muy poético, muy bien escrito, muy musical pero finalmente no dice nada nuevo. El cuento, el buen cuento y el buen poema por supuesto, son textos que iluminan un momento, un momento de la existencia, un momento de tu sensibilidad y te lo dice de la manera como tú creías, como tu crees que de pronto se podría decir.
E: Introduciéndonos en las profundidades de tu propia escritura, cuando te sientas a escribir ¿de dónde partes? ¿cuáles son tus provocaciones hacia la escritura?
P: Hay escrituras que se escriben, como lo diría García Márquez: "a partir de una imagen". No desconozco la validez de esta posibilidad, pero generalmente yo escribo a partir de una problemática, un problema que de pronto quiero plantear, un sentido fundamental, y a partir de eso empiezo la escritura. En efecto, cuando uno escribe, uno entra en un fluir, en un fluir que es un estado muy distinto al pensar, hablo de la escritura de los cuentos, de los poemas; ya la escritura del ensayo es una cosa distinta, porque en el ensayo tu estás continuamente partiendo de unas investigaciones especiales, tratas de enseñar al lector una realidad social, crítica, filosófica. Algo que tú quieres plantearle al lector desde un montón de lecturas que has hecho, entonces se trata de armar un buen rompecabezas y dárselo al lector armadito. La escritura del ensayo es una escritura más minuciosa. Hay ensayos magistrales, hablo del ensayo de  Montaigne, que es el maestro y precursor del género. Hablo en el caso de Latinoamérica de Borges, de Paz, de Alfonso Reyes. En ellos hay momentos de verdadera "inspiración", pero uno sabe que allí hay un montón de investigación, de estudio, de lecturas. Es sin duda un proceso muy distinto a la escritura de un cuento, de un poema.
E: Vayamos a la última temática, ¿Cómo es tu taller? ¿Cómo son tus ambientes? ¿Tus tiempos? ¿Tus herramientas para escribir?
P: Particularmente, sobre todo en mis últimos siete años, no he tenido un espacio, un estudio para mí, yo no puedo hablarte de un espacio real donde yo pueda encerrarme. En París vivo en un apartamento de 30 metros cuadrados con mi compañera y mi hija. Por lo tanto siempre he estado en un sitio muy estrecho para escribir, entonces el taller es mucho más mental, más íntimo. El taller, digamoslo así, surge de pronto en un viaje en el metro, surge en una caminada por la ciudad, o en un café. Se comienza primero haciendo una serie de anotaciones, estas anotaciones se alimentan de lecturas, de conversaciones. A veces someto lo que estoy escribiendo a algunas personas cercanas a ver qué piensan, a ver qué consideran, trato de indagar mucho sobre el tema. Por ejemplo, he querido hacer un conjunto de cuentos sobre personajes históricos . Ovidio, Barentz, Le Moyne, Caldas, etc.,-y me he dado cuenta que ya algunos de ellos han sido novelados. Es una manera pues de ir mirando si el terreno que uno escoge es viable o no.
E: ¿Qué haces frente al escrito?
P: Soy muy obsesivo con la perfección de la frase, con la redondez, con lo limpio, no me gusta lo retórico, no me gusta lo que sobra, no me gusta utilizar la verborrea que a veces también es un estilo, ahí está por ejemplo Fernando Vallejo, cuya verborrea los críticos llaman diatriba, ahí está lo barroco que también a veces linda con una suerte de verbosidad inútil . Mi búsqueda en este momento es hacia la sobriedad del lenguaje, de la frase, tal vez  que algún día dejaré esto y opte por otra forma de escritura. La escritura, no se olvide, es una aventura subjetiva en gran parte y como tal continuamente se tranforma.
E:¿Cómo son tus tiempos en la escritura?
P: Yo no escribo todos los días, ni mucho menos, a veces pasan semanas que no escribo, pero cuando logro entrar en el tema, cuando logro el ritmo del trabajo entonces sí ya trato de dedicarle unas cuatro o cinco horas diarias a la elaboración del texto, sea del ensayo, del libro de cuentos o del libro de poemas.
E: ¿Cómo es tu proceder frente al escrito?
P: Yo generalmente escribo lo que tengo en la cabeza de principio a fin, obviamente ese manuscrito es ilegible, ilegible menos para mí, pero es ilegible para cualquier otra persona. Es trascrito generalmente en una agenda, en hojas en cuadernos. Y ya después, a partir de ese primer esqueleto que es muy rudimentario empiezo a armar, a llenar el esqueleto, a alimentarlo. Finalmente en ese primer boceto están las ideas centrales, los momentos centrales, está el tiempo, está el tono, el tono del texto, está el tiempo verbal, está el estilo, todo eso que sigue es más bien un trabajo que es muy importante: la carpintería.
E: ¿Este mismo proceder es el que te enseñaron en la escuela?
P: No. Ese fue un proceder que yo mismo comencé a practicar. Pero yo pienso que el profesor,  digamos que el profesor de literatura que propone a los estudiantes que escriban una descripción, que escriban un cuento o un poema, si es un buen lector, creo que puede encontrar, en esos primeros textos que hacen los estudiantes para una clase o en dos horas, buenos talentos. Y es a partir de ahí que se puede hacer mucho con esa nueva sensibilidad que encuentra, justamente ayudarle en el proceso de la escritura, que es el complicado, porque escribir suscita placer, evidentemente en el lector y obviamente también en el escritor. Ese placer está asociado muchas veces con la tortura o sea que es un placer masoquista, muy masoquista; porque el escritor generalmente escribe con mucha dificultad y lo que resulta ser fluido es un trabajo de muchas y de muchas lecturas y correcciones.
E: ¿Cuáles  son tus herramientas mientras escribes?
P: Escribo primero a mano, con lápiz para poder borrar, a veces en lapicero, después como a partir de una tercera versión a lápiz entonces escribo en el computador.
E: ¿Piensas en el género antes de escribir?
P: Yo generalmente asumo la escritura de un texto pensándolo siempre como parte de un libro. Empiezo como a configurar un libro, los cuatro libros míos todos tienen una unidad, una cohesión muy fuerte, los cuentos unos con otros. "Viajeros" gira entorno al viaje y a personajes históricos que han viajado, "La sinfónica" son cuentos sobre músicos, "Habitantes" es un libro que gira entorno a una ciudad anónima y a sus seres marginales; "Cuentos de Niquía" es un libro que gira en torno a la violencia de un barrio en Medellín. Es decir, cada cuento está estructurado sobre ciertos ejes generales que sostienen a su vez al  libro.  Ahora bien, los ensayos los estoy asumiendo con respecto a escritores franceses, los escritores franceses del siglo XX, tomo una de sus obras particulares y trato de hacer una aproximación a ese libro para el lector colombiano o para el lector latinoamericano, no para el lector francés, leer a Gide o a Michaux o a Camus desde la perspectiva colombiana es diferente a hacerlo desde una mentalidad propiamente Francesa. Pienso que el lector joven latinoamericano desconoce una serie de cosas que yo podría dárselas y favorecer un poco la lectura, ayudar un poco a que el lector amplíe su campo de comprensión.
E: Cuando escribes en ¿qué tipo de lector piensas?
P: Yo pienso mucho en el lector, en el lector que le gusta leer, que es riguroso con el texto, al que le gusta lo trabajado, al que le gusta digamos "la perfección" al menos formal del texto. Planteo una serie de inquietudes que de pronto a mucha gente no le dicen nada, por ejemplo:  los problemas existenciales de la música de pronto a mucha gente eso no le llega. También la erudición o ese camino por la historia, que puede haber en gran parte del libro "Viajeros", sé que a mucha gente tampoco les gusta. Pienso que yo apelo a un determinado lector, que el lector de esos libros, el lector en que yo pensé es un lector que debe tener ciertas referencias para poder gozar y percibir mejor de lo que yo le estoy dando.
E. ¿cómo sería ese tipo de lector?
P: Yo creo que es un doble de uno, es como si uno se mirara en un espejo y uno dice le voy a escribir a ese lector. Obviamente uno es parte de muchas conversaciones con otros, que uno a veces es el otro, uno es parte de las relaciones existenciales  con un montón de gente, con la familia, con los amigos y con los extraños.
E: Mi estimado Pablo, un gran placer haber compartido contigo estas palabras y que ojalá algún maestro de escuela escuche, elabore y piense en estas ideas que nos has regalado. Espero tenerte por estas tierras prontamente, y que la ciudad luz te siga iluminando. 
P: Fue un gran placer igualmente, y esperemos que la vida nos siga permitiendo escribir. W

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